Aquí va otro escrito, de los que llegan de noche y sin avisar pero para todos los que necesiten leerlo.
Detestamos estar en casa, en silencio con nosotros mismos, porque ahí no hay para donde huir de lo que uno no quiere ver, de lo que uno no quiere aceptar y de percatarnos que en realidad lo que somos, no nos gusta tanto como pensábamos.
Estando adentro nos damos cuenta de que todo lo que está ahí afuera es lo que define quienes queremos ser, cuando la realidad es que somos esas personas que sin todo el ruido externo, se encuentran entre cuatro paredes y nadie las ve.
¿Entonces, quiénes somos? Tal vez seamos esa realidad de la que huimos tanto porque no nos hemos tomado el tiempo de aprender a disfrutar de nosotros mismos en la quietud. Intentamos rellenar vacíos que ni siquiera existen, ocupando el espacio de lo que sí importa, con luces de pantallas que nos deslumbran.
Morimos por regresar a la “normalidad” sin entender que nos vivimos acostumbrados a estilos de vida insostenibles, sabiendo que el mundo se muere gracias a cada una de nuestras acciones e insistimos en pensar que no hay nada en nuestras manos que podamos hacer.
Vivimos pensando en todas las cosas que esta vez “sí” vamos a hacer y que antes menospreciamos, mientras odiamos esta pausa obligada, este momento para empezar de nuevo que tanto habíamos deseado.
Con amor,
Ana Sofía