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Ana Sofía M.

El miedo a tener o no tener ideas

Aquí va otro escrito, de los que llegan de noche y sin avisar pero para todos los que necesiten leerlo.

Hay veces en que la página se queda en blanco aún cuando sabemos que hay millones de ideas rondando en la cabeza pero poca disponibilidad para aterrizarlas en algo que haga sentido. Eso me sucede más veces de las que me gustaría y menos veces de las que lo necesito.


La idea de tener millones de ideas volando me parece increíble aunque debo confesar que me frustra no siempre saber pedirles que paren para que yo pueda interpretarlas antes de que decidan volver a irse. Y no creo ser la única a la que le sucede eso. Yo creo que todos llegamos a tener ideas geniales que se pasean por nuestra mente y pensamos que las podremos retomar en algún momento cuando en realidad si las dejamos ir se van para siempre.


Esta es una de las ideas que Elizabeth Gilbert menciona en su libro Big Magic y que a partir de que la leí, siempre la tendré presente: las ideas llegan a nosotros con un propósito y para que las hagamos tangibles en esta realidad, si las dejamos ir, es probable que se vayan a la siguiente persona que consideren lista para ejecutarla.


Por lo que ahora creo que, ninguna idea, ninguna meta y ninguna oportunidad llega a nosotros por coincidencia, se nos ponen enfrente porque creen en que somos capaces de materializarlas. Si dudamos de nosotros se van, pero lo que a mí me ha regalado esta enseñanza de Elizabeth es que, por más que parezca que no lo que se me está presentando es demasiado bueno para ser verdad, está escrito que lo puedo hacer, que estoy lista para empezarlo o que me merezco esa oportunidad.


Esto es algo que me gustaría que todas las personas sintieran, así no dudaríamos tanto de nosotros mismos, no nos costaría tanto atrevernos a empezar ese proyecto que vemos tan lejano, no pensaríamos tanto en el "y si fallo" y más en el "qué tiene el destino preparado para mí".


Y se dice fácil pero sé que no siempre lo es. Sé que no todos nuestros planes concluyen como quisiéramos, pero tal vez esa era la lección que nos tocaba aprender para acercarnos a algo mejor. También sé, que no es sencillo no dudar de uno mismo, el miedo al fracaso siempre está ahí intentando "protegernos", lo que hay que hacer es saber distinguir cuando nos estorba más de lo que nos protege y pasarlo al asiento del copiloto en vez del asiento del conductor.


Así que no le tengamos miedo a las ideas, a no tenerlas, a tener demasiadas. Solo son miles de posibilidades de vivir esas historias que nos gustaría contar al final de la vida.


Con amor,

Ana Sofía


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