Llevaba dándole varias vueltas a lo que quería escribir hoy y me di cuenta que no tiene caso seguir escribiendo como si fuera un día cualquiera cuando hay tantas cosas pasando en el mundo. Me he dado cuenta que con mi silencio no ayudo a nadie, al contrario, minimizo una situación y me rehúso a ser parte de eso.
Creo que al igual que yo, en estos momentos mucha gente siente impotencia de no saber qué hacer para ayudar en esta situación. De la misma manera en que nos sentimos impotentes con la gran cantidad de injusticias y tragedias que suceden en el mundo.
Me impresiona que en 2020, el color de piel siga siendo un tema. Me vuelva la cabeza que después de todo lo que ha sucedido en la historia y con lo "modernos" que nos sentimos, el racismo siga siendo parte de la conversación. Al igual que la desigualdad de género, los feminicidios, la homofobia, y miles de temas más que absurdamente siguen siendo parte del mundo en el que vivimos.
Así que pensando en lo que yo puedo hacer para poner mi granito de arena es: hablar del tema. Entendiendo que si he vivido desde el privilegio en varios de estos temas, me toca apoyar a quienes no han gozado de este privilegio y educarme en el tema. Educarme a mí, abrir la conversación entre la gente que me rodea y cambiar. Cambiar desde nosotros mismos para que nadie tenga que sufrir más injusticias.
Porque cuando tu trabajas en llenar tu corazón, trabajas en tus carencias y trabajas en tus heridas, no hay espacio para odio y no hay espacio para ser indiferente. Porque una de las grandes pandemias que también nos acompaña en este 2020 es la indiferencia pero estamos llegando a un punto en el que ya no solo se vale cerrar los ojos y pretender que nada pasa, porque estamos condenando a las personas que sufren, a las personas que vendrán al mundo y a NOSOTROS MISMOS.
Así que si yo puedo invitarlos a aque hagan algo, es que desde donde están decidan hacer un cambio, en ustedes, en sus casas y en la manera en la que se relacionan con los demás. Que el cambio no viene con quedarnos sentados y silencio.
Hoy me duele el corazón pero aún así les mando una abrazo grande,
Ana Sofía.
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