Hola,
Esta es la primera carta que les escribo desde el Perú.
Yo también tenía la duda de porqué "el Perú" y no solo "Perú" pero las personas de aquí lo usan así, entonces mis cartas serán desde el Perú.
En este momento les escribo desde mi oficina provisional en Cusco, el ombligo del mundo y la ciudad a la que todos los caminos del imperio incaico, llegaban.
Llevó 5 días aquí.
Días que me han servido para encontrar mis rutinas, adaptarme a la altura y pasar mucho, pero mucho tiempo sola.
Cusco es hermoso. Una amiga me dijo que no hay nada como los cielos cusqueños y tiene toda la razón. Mi papá también me dijo que el azul del cielo más bonito que ha visto fue cuando tomó el tren a Machu Picchu. Todavía no me toca ir pero en la siguiente carta les contaré si a mí también me tocó verlo.
El primer día que pasé en Cusco fue muy lindo pero entre el cansancio, el nervio de todo lo desconocido, llegué a la camita del cuarto que renté, preguntándome si está es la peor idea que había tenido en mi vida. Era el día 1 y yo ya estaba siendo muy ruda conmigo.
Los días 2 y 3 han sido extraños. De repente me cruzo con más personas que están trabajando y viajando pero me ha costado hacer amigos. Lo intenté algunas veces y no ha funcionado. Mínimo está siendo terapia de shock para mi miedo al rechazo. Ni modo. Si encuentro alguna que otra amistad, excelente, si no seguiré disfrutando de las "mesa para 1". De cualquier manera, eso es a lo que vine.
Cuento esto para no aparentar que todo es precioso y positivo todo el tiempo.
Trato de ser muy transparente. Aunque han pasado pocos días, sí llego a sentirme solita. Llego a pensar que es una locura decidir venir 2 meses, me comparo con otras personas que no viajan solas o que tienen con quien compartir lo que están viendo. Pero es cuando me siento así, que me aterrizo y recuerdo que este es uno de mis sueños. Nadie más que yo me puso aquí y no vengo a pasarla mal, solo a seguir mi vida como lo hago todos los días pero en ciudades que me permitan vivir cosas diferentes.
Ahora, para terminar con algo más lindo.
Tomé un walking tour que me permitió perderme en la ciudad y entender qué partes de la cultura inca siguen vivas y hasta donde se combina con todo lo que los españoles hicieron.
Nuestro guía Erick, que no paró de regañarnos durante todo el tour, nos explicó una idea que no quiero que se me escapé.
Nos dijo varias veces que para aprender sobre la cultura inca, no necesitamos entenderla porque todo lo queremos ver desde la lógica y así nunca nos hará sentido. Lo mismo con el quechua, nos explico que la lengua no está diseñada en un sistema lógico como los idiomas que hoy hablamos, sino en algo que se siente en el corazón. Está basado en los sonidos de la naturaleza.
Los incas no tenían una religión, esa es otra vez nuestra lógica queriendo apoderarse de nuestra manera de ver el mundo. Los incas lo que vivían era una cosmovisión y qué poderoso verlo así. Ver el mundo y todo lo que nos rodea como si estuviera conectado. Se me hizo mágico y una explicación que me hace mucho más sentido.
Con esto me quedó: dejar de querer darle una explicación lógica a todo y mejor aprender a experimentarlo con el corazón.
Me despido desde el ombligo del mundo. Gracias a todas las personas que me han pasado sus recomendaciones y que me han presentado a personas que estaré conociendo en otros días.
Les dejo aquí la opción para que se suscriban a mi newsletter y así les llegará una notificación a su correo cada que publique una carta.
Con amor desde el centro del Tahuantinsuyo,
*Y si quieren ver mis aventuras en en video, les dejó mi TikTok.
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